domingo, 12 de diciembre de 2010

ESE MOMENTO DISECADO

Tal vez todo sucedió muy rápido. Recuerdo que la mañana era oscura pero no hacia frió. Luche contra mis vicios matinales y conseguí salir de la guarida a tiempo para emprender mi viaje hacia el destino de todos aquellos que se sienten vacíos por dentro y no encuentran escapatoria a su situación. En realidad exagero,porque hay gente a la que le brilla la sonrisa, aunque sea por la mañana, y tengan sueño.

Siempre enciendo un cigarro a mitad de camino, para aliviar un poco el malestar general que impregnan las calles a esas horas. Me prepare para lo de siempre, un viaje musical y unas palabras escritas que siempre espero que despierten algo dentro de mi. Me propuse algún reto, pero nunca confio en que consiga realizarlo. Así soy yo, y así no deseo ser.

Conseguí de repente unir mis sentimientos con mis pensamientos. Sonaba algo conocido en el ambiente y yo miraba alrededor, intentando cazar alguna mirada y exprimirla dentro de mi. Nadie quiere hacerlo, nadie se quiere sentir atrapado. Yo siempre me dejo, aunque siempre tenga miedo de ser dominado por alguien. O por algo. O por la nada.

De repente, algo me despertó de ese pequeño lapsus mental, algo caía sobre mía, y aunque podríamos decir que era lluvia dorada, diremos que era café, porque pega con la historia y ademas, porque es la verdad. Cosas del destino, una de esas pocas miradas atrayentes haga el tiempo que haga y tengas el animo que tengas poseía lo que ahora estaba captando yo. Conseguí sentirme bien durante un rato, diferente, porque durante unos minutos, yo conseguí miradas de atracción y no de compasión.

Me di cuenta de que vivía para esos momentos, esas personas, esas situaciones extrañas donde el mundo te da por un momento todo lo que deseas. Fue justamente cuando ella se fue, cuando conseguí plantearme el siguiente reto de mi vida. Desde entonces me empece a esforzar en quererme tal y como soy. Veremos lo que podemos hacer.

Evidentemente, el resto del día fue un mero tramite. Al día siguiente volví a verla, de pasada, ya no había sonrisas ni miradas. Creo que nos reconocimos, pero nadie decidió saludarse. Pero el trabajo estaba hecho. Nunca nada dura para siempre, y hay cosas que si por mi fuera, no durarían nada. Si lo combinamos todo surge algo como esta historia.

Un momento de felicidad, una persona diferente y un sueño realizado. A veces pido bastante poco. Mi problema es que nunca paro de pedir.

Tienes razón amigo mio, a veces el peso del desengaño hace caer al cojo.

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